martes, 9 de diciembre de 2008

El Empleado Fantasma

Estamos buscando gente para el área de desarrollo; simplemente gente que quiera desarrollar en un ambiente full creativo. Realmente considero que es un trabajo bastante interesante para alguien con ganas de crear nuevas cosas.

Durante este proceso se han presentado dos situaciones, que me han puesto a pensar sobre la percepción que tienen los profesionales sobre las empresas y los puestos de trabajo.

La primera situación se presenta en la entrevista inicial. Para ponernos en contexto, para que una persona fuera seleccionada para la entrevista inicial se siguieron estos pasos:
1) La persona vió el anuncio publicado
2) Envió su CV
3) Respondió una llamada nuestra
4) Estableció la fecha y hora de la reunión
5) El día antes confirmó la cita vía telefónica

De 12 personas que hicieron todos los pasos, estos fueron los resultados:
Es decir, que sólo el 25% de las personas vinieron a la entrevista que previamente habían confirmado, el resto no vinieron a la entrevista. Y solamente a un 25% le pareció que debía disculparse. A la mitad de las personas (profesionales todos) les pareció bien no presentarse y no dar ninguna razón al respecto. Y lo peor es que estos números son consistentes con nuestro anterior período de reclutamiento. O sea que no es algo coyuntural, sino más bien algo "estructural" o cultural.

La segunda situación se presentó con la persona seleccionada (es decir, una de las 3 personas que vino). Definitivamente esta persona llenaba los requisitos que estabamos buscando; una persona inteligente, con amplia experiencia en el mundo del software.

Esta persona comenzó a trabajar y despues de la primera semana de adaptación, hizo unos aportes interesantes y ya estaba comenzando a agregar valor en la empresa. El viernes de la segunda semana, llamó para disculparse por que tenía gripe y no podría asistir; todo de una manera muy formal y responsable.

El problema es que eso fue lo último que supimos de esa persona; NUNCA más volvimos a tener noticias de su parte. Ni siquiera un SMS indicando que no volvería nunca más. NADA, CERO!

Me parece que ambas situaciones podrían reflejar una percepción de algunos profesionales de que los empleos (y las empresas) son algo desechable a lo que no hace falta guardarle ningún respeto. Ojalá me equivoque y sea sólo mala suerte. Porque definitivamente un profesional que piense así no es nada competitivo.

PS: y lo peor es que estaba jugando el amigo secreto y nunca supimos a quién le regalaba :-(

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